Entrar en el agua, salir del agua, interrumpir el juego para ir a la cama, que le lleven la contraria, recibir órdenes o que se le quede pequeña su camiseta favorita… Os contamos qué cosas no le gustan a nuestro peque y como, con empatía y paciencia, hemos aprendido a gestionarlas juntos.
A mi hijo no le gusta…
Cada peque es un mundo, pero creo que muchxs de vosotrxs os sentiréis identificadxs con bastantes de las cosas que a nuestro peque se le hacen cuesta arriba. Con el tiempo, hemos aprendido a sobrellevarlas juntxs y a darle la vuelta a la tortilla… ¡Espero que os sirva de ayuda nuestra propia experiencia!
1. La rutina matinal
Los fines de semana la familia tiene más tiempo libre, no sigue un horario, y por tanto es normal que la rutina matutina no suponga ningún estrés; pero entre semana… Uf, madre mía. En nuestra casa acordamos que sería el padre quien llevara al peque a la guarde por las mañanas y yo quien le recogiera a medio día, pero igualmente tengo que madrugar y levantarme a la misma hora que ellos porque el padre no se hace con el niño por las mañanas.
El peque no es de caer dormido pronto y aún se desvela una o dos veces de madrugada (duerme mejor de día, ¡ha heredado mis biorritmos, qué le vamos a hacer!). Como consecuencia, a las ocho de la mañana no quiere salir de la cama y este momento del día siempre se traduce en un berrinche.
Si les dejo solos en este momento, ya van tarde con todo lo demás. El padre se agobia y mete prisa al niño durante el desayuno, el niño comienza a estresarse y a sentirse mal. Y todxs sabemos lo que pasa cuando un peque se siente mal: se porta peor.
¿Cómo lidiamos con todo esto? Intentamos tomarnos las cosas en calma y trabajamos en equipo para resultar más eficaces en lugar de tener que acelerar el proceso.
Para empezar, nos ponemos el despertador un poco antes para poder ir despertando con suavidad al peque mediante susurros y caricias.
De esta forma, comienza a desayunar antes y dispone de más tiempo para ello. Tampoco tiene por qué hacer el resto de tareas deprisa: le ayudamos a vestirse y a asearse (los fines de semana se viste y se asea él solito, a su manera y a su ritmo) y tratamos de hacer las cosas relajadamente y siempre entre bromas y sonrisas. Empezar el día con buen pie es importante.
2. Interrumpir una actividad para pasar a otra
Los hábitos y los horarios familiares siempre son un punto conflictivo en todos los hogares. Antes de hacer el curso de Disciplina Positiva para padres todo era una lucha: desvertirse y vestirse, bañarse y salir del agua, salir a la calle y volver a casa…
A lxs niñxs les cuesta interrumpir y desconectar de una actividad para pasar a otra y en estos momentos es muy probable que, sin querer, desencadenemos una rabieta entrando en una lucha de poder.
Para solucionar esto, hace poco nos hicimos con un recurso muy útil que nos recomendaron en el curso: un expositor de rutinas. El nuestro es de Aprendiendo con Montessori y es así de bonito:
Se trata de un remedio eficaz para desviar la autoridad de los padres a un objeto participativo formado por tarjetas que representan los diferentes momentos del día.
Es importante que lxs peques escojan el orden en el que se sientan más a gusto haciendo las cosas (dentro de una lógica, claro: pueden vestirse y desayunar o desayunar y luego vestirse, por ejemplo) para que lo sientan “suyo”.
El expositor de rutinas es un elemento facilitador de la convivencia familiar y pacífica, ya que permite llevar a cabo las rutinas de la casa sin conflictos. Lxs niñxs no llevan bien que los adultos les impongamos las cosas constantemente y muchas veces no entienden el por qué de nuestras órdenes o estas están mal dadas (son poco respetuosas, poco razonables o carecen de sentido).
Pero de esta forma es casi como un juego: vamos a ver el expositor para saber qué toca ahora. Quien manda es el expositor (que ellxs mismxs han participado en organizar), no los padres.
Como lo hemos incorporado recientemente a nuestro hogar, ya os lo enseñaré con más tranquilidad en profundidad, pero de momento está siendo todo un éxito. ¡Es un truco tan sencilla que cuesta creerse que funcione, pero realmente lo hace!
3. Obedecer cuando le ordenan
Cuando a un niño, en vez de explicarle razonable y cariñosamente las cosas, le damos una orden, su actitud inmediata es cerrarse en banda y no cumplirla. Cuando somos autoritarios, les sermoneamos, no tenemos en cuenta sus sentimientos, les hacemos chantaje emocional (“mamá está triste porque no obedeces”) o no empatizamos con ellos, lo único que conseguimos es alejarnos de él.
En mi hijo esto se hizo especialmente evidente desde que era realmente pequeño. Pero la solución es muy sencilla: dialogar sin imponer ni dar órdenes, tratando de asegurarnos de que comprende el mensaje y de que este es el adecuado.
4. Las prisas y los agobios
No solo durante la rutina matinal, sino durante todo el día y ante cualquier actividad. Las prisas le tensan muchísimo. ¡Y es natural! A nadie le gusta que le metan prisa. Nuestro ritmo acelerado de vida no respeta el ritmo natural de lxs niñxs (¡ni de los adultos!) e interrumpe y perjudica su desarrollo.
Los niñxs han de aprenden a hacer las cosas por sí mismxs. Da igual lo bien o mal que les salgan al principio, nunca mejorarán si no pueden practicar. Y para ello, necesitan tiempo. Sin embargo, a menudo lxs adultos les estresamos metiéndoles prisa o terminamos por hacérselas para no llegar tarde.
En casa ya estamos curados de espanto: para llegar pronto al trabajo ya os he contamos lo que hacemos por las mañanas. Para todo lo demás… o llegamos tarde o no llegamos. ;P
5. Recoger sus juguetes
Una de las pocas normas que tenemos en casa es que no nos vamos a la cama sin recoger antes. De esta forma no recogemos 10 veces al día y evitamos 10 peleas familiares. Recogemos una sola vez al día: antes de dar la jornada por concluida e irnos a la cama.
De esta forma hemos conseguido que el peque no trate constantemente de “escaquearse”. Se ha acostumbrado muy bien a esta rutina y como también en esto trabajamos en equipo se lo toma como una parte más del juego.
6. Equivocarse
Mi hijo muestra muy poca tolerancia a sus propios errores. Le da muchísimo coraje equivocarse y se frustra cuando esto sucede. Para trabajar esta emoción tratamos de normalizar la equivocación como parte del comportamiento humano. Cuando somos nosotros los que nos equivocamos, lo reconocemos en voz alta y pedimos perdón si corresponde.
También trabajamos las emociones con materiales de juego y lecturas como las Emoticápsulas (recomendadas en el curso de Disciplina Positiva) o El monstruo de colores (que ya reseñamos y podéis ver en este post).
A nadie le gusta equivocarse, pero si consideramos el error como una oportunidad de aprender podemos sacar mucho más partido de él. Y eso es, precisamente, lo que tratamos de inculcar al peque.
7. El cambio de armario de temporada
A la mayoría de niñxs les cuesta mucho ponerse el abrigo… ¡a mi hijo en cambio le cuesta quitárselo! XD Os va a parecer casi de chiste, pero a mi hijo le cuesta mucho pasar de llevar manga larga a manga corta, de calzado de invierno a enseñar los dedos… Y luego todo lo contrario: de llevar sandalias a volver a ponerse botas, de ir en manga corta a ponerse sudaderas y jerseys, etc.
Le gustan las rutinas y las costumbres, sus hábitos y sus cosas personales. Le cuesta mucho estrenar ropa y zapatos nuevos y le ponen nervioso los cambios que afectan a su atuendo personal. En cambio cuando nos mudamos de casa… ¡se adaptó en dos días! XD
Para esto no queda más medida que tomarse las cosas con calma y paciencia, tolerancia, empatía… ¡Y una buena dosis de buen humor!
8. Dormir
Le cuesta la misma vida dormir. Sobre todo si es de noche. Una vez leí un estudio (no he sido capaz de volver a encontrarlo para enlazároslo) que el temor a quedarse dormidos forma parte del instinto de supervivencia de los bebés y niñxs pequeñxs… ¡Pues el mío lo tiene hiper desarrollado! XD
Lucha contra el sueño y no duerme muchas horas seguidas ni muy profundamente lo cual, como os podéis imaginar, desgasta a toda la familia. Aún así, nos esforzamos mucho por no perder la paciencia y mostrarnos comprensivos y cariñosos en esta situación.
Y como que duerma siesta o no, no es indicativo de que después se vaya a la cama antes o duerma mejor por la noche así que como medida de supervivencia cuando cae roto le dejamos dormir… ¡Sea la hora que sea y dónde y cómo sea! XD
9. Que los adultos hablen entre sí sin tenerle en cuenta
Si varios adultos reunidos en un mismo espacio hablan entre sí o realizan alguna actividad estando él presente pero dejándole al margen, interrumpe constantemente para hacerse notar. Esto sucede incluso cuando hablamos por teléfono y puede llegar a ser realmente molesto.
Antes de leer a Jane Nelsen yo solía pasarlo fatal en estas situaciones. Se me antojaba una conducta muy impertinente y no podía evitar pensar qué pensarían de los modales de mi hijo o de mí como madre los demás.
Sin embargo, después me di cuenta de que los adultos solemos permitirnos tener actitudes con lxs niñxs que de ningún modo tendríamos con otras personas. ¿Cómo me sentiría yo si me lo hicieran a mí? ¿Qué pensaría de un grupo de personas que ignorara mi presencia, intencionadamente o no? Y entonces caí en la cuenta de que los maleducados éramos nosotros, no él.
Lxs niñxs quieren formar parte, participar, pertenecer, ser tenidos en cuenta. Es totalmente lícito, natural y respetable. No nos olvidemos de que criamos y educamos a futuros adultos. Son personas y se merecen que atendamos esta demanda.
Sobre la opinión ajena… Ciertamente, he aprendido a pasar olímpicamente de lo que piensen los demás. Para mí es mucho más importante lo que piense sobre mí mi hijo.
10. Que papá se vaya a trabajar
Como mamá trabaja desde casa, mi hijo lleva muy mal que su papá se vaya a trabajar fuera de casa. Le da una pena inmensa separarse de él y verle marcharse. Para aliviar sus emociones en este momento hemos trabajado mucho y seguimos trabajando día a día.
Muchos bebés y niñxs pequeñxs sufren la ansiedad por separación. A mi hijo le gusta ver a su familia unida y no quiere que falte ningún miembro. Lo primero que quiero señalar es que es muy importante no engañar al niño marchándonos a escondidas o distrayendo su atención mientras el otro sale de puntillas por la puerta.
Esta es una táctica común y muy generalizada, pero de esta forma lo único que conseguiremos es enseñarle a no confiar en nosotros. Tampoco se puede educar en no sentir. A mi hijo le causa tristeza que su padre se vaya y es imposible hacer o decir algo que lo evite. En lugar de ello, empatizamos y respetamos sus sentimientos, ayudándole a identificarlos y a gestionarlos para que cada vez le resulten menos molestos. Y mostrando siempre mucho cariño y amor.
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