Los efectos del pensamiento positivo están científicamente documentados y son tan poderosos que pueden prevenir incluso infecciones. Por eso es importante enseñar a los niños que, aunque los momentos difíciles forman parte de la vida humana, una actitud positiva es un escudo protector que además nos ayuda a evolucionar y nos enseña a agradecer las pequeñas cosas. El frasco de la felicidad es una sencilla actividad en familia que nos ayuda a conseguirlo.
¿Qué es el frasco de la felicidad?
Es una técnica de educación emocional ideada por la filósofa española Elsa Punset para formar niños optimistas. Se trata de un sencillo proyecto familiar que consiste en “recolectar” los pensamientos positivos que tenemos a lo largo del día.

Cómo hacer un frasco de la felicidad:
- Los papis y los hijos escogen juntos un frasco grande de cristal. Será el frasco de la felicidad. Podemos rotularlo, y lo colocamos en un lugar visible de la casa. Debe ser fácilmente accesible para todos.
- Cada día, padres e hijos, escriben en un trozo de papel lo mejor que les pasó a cada uno durante ese día. Pueden ser cosas sencillas: una palabra amable, una sonrisa, un examen que salió bien, un rato divertido, ver una buena película, leer un libro bonito, jugar con un amigo, ir al parque, comer algo rico, etc. Al escribirlo se grabará en el cerebro aunque no nos demos cuenta. Se dobla el papel y se introduce en el frasco.
- Cuando el frasco ya esté lleno, se sacan los papeles y se leen en familia todos los mensajes positivos.
¿Para qué sirve el frasco de la felicidad?
El frasco de la felicidad tiene varios objetivos/efectos positivos:
- Los peques (y sus papis también) se acostumbran a reflexionar sobre las cosas buenas que le ocurren a lo largo del día, aprendiendo a valorarlas y a destacar los pensamientos positivos sobre los negativos.
- También aprenden a apreciar los pequeños detalles que a menudo pasan desapercibidos. Cada vez que escribamos algo agradable que nos pasó, lo recordaremos. El cerebro recuerda antes las cosas negativas porque la angustia hace que le demos vueltas una y otra vez. Las cosas positivas pasan en cambio desapercibidas. Sin embargo, al escribirlas y al volverlas a leer poco después, quedan fijas en el recuerdo.
- Los niños aprenden a diferenciar los pequeños problemas de los realmente importantes.
- Aprenden a ser agradecidos.
- Mejor la comunicación dentro de la familia y refuerza sus lazos de unión.
¿Y vosotros, os animas a fabricar vuestro frasco de la felicidad?
Fuentes | La Bioguía / Soy actitud / Be bloggera.
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