Aunque la empatía es una capacidad innata en todos los mamíferos para la que estamos predispuestos genéticamente, requiere aprendizaje pues precisa cierto desarrollo cerebral y una óptima gestión emocional.
Empatía, una cualidad innata que se desarrolla con el tiempo
En la actualidad, gracias a los estudios científicos podemos entender por qué los niños pequeños no son capaces de mostrar empatía, por lo general. Hay dos razones de peso, ambas relacionadas con su estadio madurativo:
- Hasta los 3 ó 4 años, los peques se encuentran en una fase «egocéntrica» que no les permite atender nada más que sus necesidades para poder sobrevivir. En esta etapa lo viven todo de forma muy intensa, creyéndose la causa y el motivo de todo cuanto sucede a su alrededor. Es por esto que sufren de forma profunda al sentirse responsables de cualquier hecho negativo que sucede durante su infancia.
- Sus cerebros no se han desarrollado lo suficiente como para poder centrarse en las necesidades y emociones de los demás. Es en el giro supramarginal donde los científicos localizan la capacidad de empatía.
Por tanto, hasta que el niño o la niña no se haya desarrollado cognitivamente lo suficiente, no podemos exigirle que sea empático, aunque sí podemos (y debemos) trabajar con ellos desde que son muy pequeños.
La empatía se puede aprender gracias a la predisposición genética que tenemos todos los mamíferos y que anatómicamente se localiza en el giro supramarginal de nuestro cerebro, así que ¿qué podemos hacer para fomentar la empatía en nuestros hijos?
Cómo enseñar empatía a los niños
Si queremos que nuestros hijos sean empáticos, lo mejor que podemos hacer es mostrarnos empáticos con ellos. Así de sencillo. Lo que hay que hacer es darles ejemplo.
- La empatía se desarrolla en las relaciones sociales. Nadie aprende empatía a través de un manual, se desarrolla en contacto con los demás.
- Ser empático consiste en ponernos en el lugar de otro y comprender, apoyar y acompañar. No consiste en dar consejos o decir lo que hay que hacer. En lugar de decirles «deberías” o «tienes que…”; debemos intenta decir «te entiendo” o “sé lo que estás sintiendo”.
- La empatía saludable requiere un punto medio: ni ausencia de empatía ni identificación total con sus emociones. Si nos identificásemos al 100% con las emociones de los demás (aunque estos sean nuestros hijos), nos desbordaría todo lo que sentiríamos. Solo simpatizando pero manteniendo cierta distancia podemos ser útiles para ayudarles y entenderles desde la calma.
- Los niños aprenden empatía jugando. ¡Como todo lo demás! En la actualidad existen muchísismo juegos para trabajar las emociones con los peques. También podemos jugar con ellos a adivinar cómo se sienten los demás y qué estados emocionales están experimentando a través de la mímica facial. ¡Como jugar a ser detectives de las emociones!
Por desgracia, caminamos hacia sociedades cada vez más individualistas y desapegadas. Sin embargo, los seres humanos estamos predispuestos genéticamente a entender a los demás y a ayudarlos. Enseñemos a nuestros hijos a ejecutar esta cualidad enseñándoles a desarrollar la empatía. Es beneficioso para ellos y para la sociedad del mañana.
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