La primera vez que pude volver a ducharme sola fue más de 3 años después de que mi hijo naciera. Ni joyas, ni ropa, ni flores, ni escapadas familiares ni perfumes. Mi mejor regalo es tener tiempo para mí.
Seguro que te suena
Eres mujer, tienes entre veintimuchos y cuarentaypocos años, estás altamente cualificada pero aparcaste tus metas profesionales para poder ser madre. Quizás eras plenamente consciente de lo que esto suponía, o quizás no; pero el caso es que has tenido que reciclarte profesionalmente para poder «conciliar» porque querías ser una madre presente.
Puede que hayas solicitado una reducción de jornada o incluso una excedencia. A lo mejor has cambiado de trabajo o aceptado un puesto de menor categoría que el que te corresponde, con peores condiciones y salario, porque tu prioridad ahora es buscar el mejor horario posible para poder criar. Quizás, como yo, hayas intentado trabajar desde casa y hayas acabado estando para todo y para todos… excepto para ti misma.
Atrapada entre las 4 paredes de tu casa, sin apenas más vida social que los encuentros con otras madres en el parque por las tardes, repitiendo todos los días las mismas conversaciones: niños, enfermedades, colegios, métodos de crianza… sin acordarte de si ese día te has lavado o no la cara y con el pelo recogido siempre en una coleta, soñando con el momento de tener un rato libre para ir a la peluquería a teñirte las canas.
Como muchas otras madres en la actualidad, pertenezco a ese grupo de mujeres que ha caído en la trampa de la «conciliación». Y me fastidia tener que escuchar constantemente la misma cantinela: «pero mujer, seguro que te compensa». Pues no. Es casi imposible no sentirse culpable cuando pronuncias la palabra «no» y, al mismo tiempo, que liberador resulta… No, no, no, no, no. Nada compensa los sacrificios que haces, nada compensa a todo lo que renuncias. En la vida se toman decisiones y de una forma tienes unas cosas y de otra, otras. Así de simple.
Y claro que quiero a mi hijo. Es tan obvio que eso queda siempre fuera de toda duda. En mi cabeza y para mí, al menos; porque parece que eres juzgada por los demás cada vez que dices que echas en falta tener más tiempo, más espacio… solo para ti. Parece que cada vez que necesitas dedicarte tiempo, practicar un hobby, dedicarte a un trabajo que te llene… tienes que empezar a justificarte inmediatamente. «¿Y con quién se queda el niño?, ¿Dónde le has dejado hoy?, ¿Y cómo lo lleva?, ¿Y cómo te las arreglas?»
Las mujeres amamos demasiado. Esto más que una virtud, es un defecto. Es un error cuando nos hace caer en el rol de cuidadoras. Es un error cuando nos aleja de metas e incentivos personales. Es un error cuando nos hace volcarnos en exceso en los demás hasta el punto de olvidarnos de nosotras mismas…
Tiempo para mí misma, el mejor de los regalos
La primera vez que pude volver a ducharme sola fue más de 3 años después de que mi hijo naciera. Como muchas otras madres, decidí darle el pecho a mi hijo. Y como el destete natural es más difícil que encontrarte un unicornio bailando salsa en tu cocina a primera hora de la mañana, acabé dándole el pecho más de 3 años. Entre otras cosas.
Todos los expertos en crianza respetuosa, todos los «manuales» de la perfecta madre, todas las vertientes de crianza natural se centran en lo que es mejor para el bebé, como es lógico. Pero la maternidad consciente y responsable también debe comprender el bienestar de la madre. Da igual que a veces grites, regañes o des galletas azucaradas a cambio de silencio como técnica de supervivencia. Lo que de verdad te va a convertir en una buena madre y un buen ejemplo a seguir para tus hijos es que seas una mujer feliz.
Así que no: no quiero joyas, ni ropa, ni flores, ni escapadas familiares ni perfumes. Mi mejor regalo es tener tiempo para mí. Tiempo para disfrutar de una ducha eterna, tiempo para salir a correr e ir al gimnasio, tiempo para trabajar en proyectos interesantes, tiempo para salir con mis amigas, tiempo para leer, escribir y escuchar música, para hacer la compra pudiendo leer las etiquetas de los envases, para ver series para adultos tirada en el sofá y hasta para no hacer nada.
Querido Día de la Madre: quiero tiempo para mí. Para dejar de estar ausente estando presente y para poder estar presente sintiéndome completa y equilibrada. Quiero tiempo para reconectar conmigo misma y recuperarme a mí misma, porque me echo de menos. Necesito tiempo a solas, conmigo misma. Para saludarme y conversar. Para quererme. Para cuidarme. Y que se pare el mundo si hace falta mientras tanto.
La entrada El mejor regalo para el Día de la Madre: tiempo a solas se publicó primero en Una Mamá Novata.