Educar en valores a través de la música
Hace tiempo que los estudios científicos han demostrado el poder de la música como potenciador del desarrollo infantil. Mucho se ha escrito, por ejemplo, sobre el llamado “efecto Mozart” y cómo potenciar el desarrollo intelectual de los bebés escuchando música.
Es una realidad contrastada que la música favorece el desarrollo auditivo y cognitivo desde una edad temprana. Que los bebés escuchen música fomenta la adquisición del habla y el aprendizaje del lenguaje. Asimismo, es un recurso básico en la educación de l@s niñ@s durante la primera infancia.
Más adelante, y durante toda la etapa escolar, los profesores recurren a la música y los instrumentos musicales en las aulas para enseñar todo tipo de materias, ya que es un recurso educativo que permite a l@s niñ@s aprender de forma divertida.
Como terapia, la musicoterapia facilita la comunicación y el aprendizajeresultando muy favorable, tanto para niñ@s con necesidades especiales como para todos los demás peques.
Pero además es un excelente recurso para estimular la inteligencia emocional de l@s peques y elegida a conciencia es una valiosa fuente de información cultural y un magnífico vehículo de valores.
Por este motivo es importante que tanto padres como maestros escojamos música con contenidos positivos para nuestr@s hij@s de 0 a 6 años, una etapa de su vida en la que forman definitivamente las bases de su personalidad y sus creencias.
Y es que de la misma manera en que existe una conexión entre la música y funciones cerebrales como la memoria, la orientación, el equilibro, la movilidad y la coordinación; la música también conecta directamente con las emociones, las provoca, las evoca y ayuda a expresarlas. Por este motivo, constituye una herramienta útil para la educación emocional.
Las canciones expresan siempre unos determinados valores y sentimientos. A través de la educación musical se fomenta la sociabilidad, la tolerancia, la empatía y el trabajo en equipo. Con un repertorio adecuado, podemos trabajar con l@s niñ@s aspectos como la libertad, la autonomía personal, la autoestima, la expresividad, la felicidad, la pena, el espíritu crítico, la igualdad, la solidaridad, el pluralismo, la cooperación y el amor. 
Todos ellos beneficios que también se obtienen cuando se aprenda a tocar un instrumento desde una edad temprana.
Tanto en el aula como en el hogar, la música se puede utilizar como complemento de fondo de cualquier otra actividad, contribuyendo de esta forma a generar un ambiente agradable, cuando se imparte cualquier asignatura o se desarrolla cualquier actividad práctica como una manualidad, puzzles, tomar un baño, etc.
Mientras l@s niñ@s la escuchan de forma inconsciente, sus efectos positivos repercuten en su bienestar, su estado de ánimo, sus sentimientos y su forma de actuar. Además de divertida, la música estimula y fomenta el aprendizaje y la educación en valores.
Pero para que todo ello surta efecto, se impone la educación activa. Un modelo educativo que se centre en la figura del niño como protagonista del proceso de aprendizaje y le incentiva a participar de forma activa en las clases a través de experiencias y actividades vivenciales.
La figura del profesor como educador en valores también es decisiva. Muchos docentes se centran en la transmisión de conocimientos y capacidades ignorando la posibilidad de aprender valores a través de las actividades.
En la educación reglada, incluso el profesorado de música se limita a la enseñanza de la materia sin explotar su enorme potencial como vehículo transmisor de valores, relegando dicha tarea (o responsabilidad) a otros ámbitos o sobre otras personas (como los padres) y sin aprovechar la capacidad de la música como herramienta de transmisión de ideas, sentimientos y valores.
A través de las canciones se conecta con las emociones, los sentimientos, los deseos, los miedos, los sueños… Todas ellas contienen un mensaje y muestran valores y contravalores. ¿Por qué no aprovecharlas entonces para fomentar el desarrollo de la Inteligencia Emocional de nuestr@s hij@s?
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