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Por qué es mejor reforzar las conductas positivas que castigar las negativas

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Muchos papás no dudan de la eficacia del castigo para corregir las malas conductas de sus hijos, pero a menudo se olvidan de la importancia de reforzar las conductas positivas. Sin embargo, éstas obtienen mucho más éxito que los castigos y consiguen influir mucho más en la educación de los niños. La clave está en la motivación.

reforzar las conductas positivas

¿Os habéis fijado que cuando aplaudimos una determinada conducta de un niño, éste se apresura a repetirla para obtener nuevos aplausos? Para los niños pequeños es una satisfacción tremenda conseguir la aprobación de sus padres, y ante una situación determinada, los niños siempre repetirán aquellas conductas que ya saben que les reportarán una satisfacción personal o una recompensa. Por eso, cuando reforzamos su conducta estamos elevando las posibilidades de que vuelvan a repetirla en el futuro.

En ocasiones, caemos en el error de pensar que el castigo es la forma de corregir sus malas conductas. Sin embargo, no solemos ser tan pródigos cuando se trata de celebrar sus aciertos. Al restar importancia a los logros de nuestros hijos y basar toda nuestra disciplina en el castigo, los peques acaban definiendo su personalidad en relación a sus errores.

Generalizar y etiquetar, la base de un error común

Solemos generalizar los actos negativos de nuestros hijos con demasiada frecuencia. Las etiquetas del tipo “nunca hace caso”, “es muy desobediente” y las etiquetas como “es muy malo” o “no come nada bien” no nos ayudan en nada a fomentar los hábitos positivos, sino todo lo contrario.

La formación de la personalidad responde a la necesidad de definir quiénes somos y los niños se identifican con la imagen que reciben de sí mismos por parte de sus padres y su entorno más inmediato. El escuchar que son de un determinado modo, les ayuda a saber qué se espera de ellos y cómo deben comportarse. Por eso es tan importante valorar cada acción de forma independiente y fomentar una personalidad que favorezca una autoestima positiva.

reforzar las conductas positivas

cómo podemos reforzar las conductas positivas

Reforzar las conductas positivas de nuestros hijos no consiste en premiar con regalos materiales cada buena acción que el niño haya realizado. La atención, las muestras de afecto y el elogio son las mejores formas de reforzar las conductas positivas. Tan sólo de forma ocasional, el regalo material puede resultar un recurso eficaz para motivar a los peques. Pero es muy importante no abusar de este recurso para no convertirlo en una mala costumbre. Por ejemplo, una bicicleta deseada por mucho tiempo es un buen refuerzo para un niño que ha conseguido acabar el curso con buenas notas después de mucho esfuerzo. Pero no sería una buena idea condicionar el regalo a la consecución de esta meta. En realidad, el recurso más efectivo de todos suele ser las palabras y los gestos cariñosos.

Por último, debemos tener en cuenta que la adquisición de buenos hábitos requiere todo un proceso de aprendizaje y no debemos marcar metas exageradas. Por ejemplo: si queremos que nuestro hijo duerma solo, no podemos pretender que lo consiga la primera noche. Podemos comenzar por irnos con él a su cuarto y leerle un cuento antes de dormir. Si la primera noche que lo intentamos conseguimos que el peque aguante un par de horas en su cama, ya podremos estar satisfechos. Poco  poco, iremos subiendo el tiempo que esperamos que el niño permanezca en su cuarto durante la noche, en la medida en la que él solo vaya logrando permanecer en él cada vez más tiempo. Varias horas, hasta la madrugada, toda la noche, etc.

El camino hacia el éxito se consigue paso a paso

Considerar todo un logro cada pequeña etapa del proceso y hacérselo saber para animarle a seguir actuando de la forma correcta. Si damos importancia a los pasitos pequeños, y los premiamos con elogios y gestos de afecto, el refuerzo estará presente a lo largo de todo el proceso y tendremos muchas más posibilidades de éxito. Podemos reservar un premio especial para el momento en el que se alcance el objetivo final.

Los premios y elogios han de ser siempre proporcionales a los logros conseguidos. Aunque parezca un pasito insignificante, no debemos dejar pasar el momento de dar a nuestro peque una felicitación o unas simples palabras de ánimo (“¡qué bien lo has hecho!”, “¡muy bien hijo!”, “¡me encanta corazón!”). Aunque parezca una pequeñez, los premios consistentes en prestarles atención (jugar con ellos o ver su programa favorito juntos) y sus comidas favoritas suelen dar muy buen resultado con los niños.

reforzar las conductas positivas

Es importante mantener una actitud empática, tolerante y paciente durante todo el proceso educacional. Cuando nos sentimos superados por las situaciones y perdemos los papeles, quizás nuestro estallido nos ayude a recuperar el control de forma inmediata, pero desde luego no estamos beneficiando el desarrollo general de nuestros hijos. Debemos evitar las amenazas, los castigos con ausencia de explicación acerca de su mala conducta, educarle en el miedo, gritarle, ignorarle, despreciarle, por supuesto, pegarle.

El refuerzo positivo: posterior e inmediato

Los elogios, premios y muestras de cariño han de ser posteriores e inmediatos a la acción. Así el peque no tendrá duda alguna acerca de la conducta que ha provocado nuestra alegría y su consiguiente premio. Mientras que el retraso disminuye mucho su eficacia.

Además, no debemos terminar nunca con un “pero” una recompensa. Esta connotación es negativa y puede causar confusión en el pequeño, que podría asociar su premio a una crítica además poco precisa.

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