Una de las mayores preocupaciones de las parejas que conviven con animales es cómo se tomarán sus compañeros peludos la llegada de un bebé al hogar. ¿En tu casa hay animales y niños? Te contamos cómo entrenamos a nuestros siameses y a nuestra Golden Retriever para la llegada de Diego a nuestras vidas.
En nuestra casa somos dos adultos, un bebé, una pareja de gatos siameses y una Golden Retriever. En un post anterior, ya desmitificamos algunas creencias inciertas que existen en las relaciones de los gatos con los niños. Como los gatos son más independientes desde el punto de vista afectivo, presentan menos complicaciones. Sin embargo, Chlôe era nuestra niña mimada antes de la llegada de nuestro bebé y no queríamos que se sintiese rechazada. ¡Era una parte tan importante de nuestras vidas que incluso participó en nuestra boda!
No obstante, también éramos conscientes de que con un bebé en casa ya no íbamos a poder prestarle tanta atención ni dedicarle tanto tiempo. Por lo general, los animales y los niños son compañeros inseparables y la mayoría de los perros son unos amigos y unas niñeras fantásticas para los niños, pero la llegada de un bebé a casa supone un gran cambio para toda la familia. Hay que adaptarse a nuevos horarios, hábitos y rutinas… ¡Y las mascotas no son una excepción!
Antes de la llegada del bebé
Al igual que realizamos con ilusión los preparativos ara recibir a nuestro peque, actuamos de la misma forma con nuestros compañeros peludos. Para ello, pusimos en marcha unas sencillas pautas para que la adaptación a la nueva situación fuera más fácil y exitosa para todos.
1. Comienza con tiempo de anticipación
Lo más importante para nosotros era estar seguros de que Chlôe no sintiera rechazo por la nueva personita que nos iba a ocupar tanto tiempo a partir de su llegada. Los Golden retriever son perros muy familiares que desarrollan profundos lazos afectivos con las personas que les rodean. Son capaces de empatizar y sentir una variada gama de emociones humanas. Son nobles y bondadosos por naturaleza, así que no nos preocupaba que pudiese poner en peligro al bebé sino que pudiera sentirse desplazada por nuestra atención hacia él. Para evitarlo, nos pusimos manos a la obra durante el mismo embarazo. Los animales son de costumbres y necesitan unos hábitos diarios para sentirse seguros y felices.
Empezamos a adaptar los horarios de paseo de nuestra perra a lo que pensábamos sería horario compatible con la crianza de un bebé. Cambiamos poco a poco las horas de sus salidas a la calle para que fuesen las mismas que pudiésemos mantener una vez que el peque estuviera en casa.
Comienza la adaptación durante el mismo embarazo modificando vuestros horarios y hábitos de vida.
También empezamos a modificar los lugares a los que íbamos y la forma misma de pasear. En lugar de ir tanto a parques para perros y al campo con ella (espacios donde ella podía pasear estando suelta), cambiamos su paseo habitual por parques infantiles que permitieran la presencia de perros con correa y paseos urbanos. También cambiamos su correa habitual por una correa de running para perros. Estas correas se atan en un extremo al collar del perro, mientras el otro rodea la cintura de la persona que lo guía. De esta forma, podíamos pasearla teniendo las manos libres para conducir el cochecito del bebé.
En cuanto a la parte afectiva, intentamos que nuestros 3 peluditos fueran asumiendo la nueva vida que crecía en mi interior. Chlôe fue la primera que detectó mi embarazo. Antes incluso de que nos lo confirmará el test, empezó a seguirme a todas partes de manera sobreprotectora. En cuanto a los gatos, durante el embarazo a menudo se acurrucaban cerca de mi panza.
2. Acostúmbralo al trato con niños
Es muy importante educar a nuestras mascotas para que sean sociables desde el principio. Nuestros animales siempre han permitido la presencia de extraños en casa y son cariñosos con las visitas.
Chlôe ha jugado con nuestras sobrinas desde que era una cachorrita de 2 meses y estaba acostumbrada al barullo y al trato rudo de los niños. Como consecuencia; es paciente, tolerante y cariñosa con ellos. Pero si éste no es vuestro caso, lo mejor es que solicitéis los servicios de un entrenador profesional para corregir esta conducta antes de la llegada del bebé.
Es especialmente importante que los animales aprendan a no enojarse cuando los niños les acaricien o froten las patas, la cabeza, la cola, la panza, las orejas e incluso el hocico. De igual forma, puede que a menudo intenten quitarles sus juguetes o comida a las mascotas de la casa. El proceso de adaptación ha de ser mutuo y debemos corregir las actitudes inadecuadas en la relación de los niños con los animales, pero debemos partir siempre de la base de que el animal no muestra conductas agresivas hacia los niños en ningún tipo de circunstancia.
3. Un lugar favorito como refugio
A nuestra perrita le encanta esconderse bajo la mesa del salón y nuestros gatos tienen una gatera de 4 pisos en una esquina del salón. Es importante que acondicionéis un lugar tranquilo para vuestras mascotas con sus mantas y juguetes favoritos y dejéis que se acostumbre a pasar tiempo en él. Ese lugar especial se convertirá en su refugio cuando se sienta demasiado estimulado por el ajetreo en el hogar, las constantes visitas de las primeras semanas o el llanto del bebé.
Por ejemplo, nuestra gata Noah se escondía frecuentemente bajo nuestra cama durante las primeras semanas de convivencia con el bebé. Sin embargo, nuestro siamés Siete seguía a todas partes al bebé… ¡Hasta que éste empezó a seguirle a él! Su refugio entonces se convirtió en la parte más alta e inaccesible de la gatera.
4. El espacio y las cosas del bebé
Cuando estés preparando el cuarto del bebé, deja que tus animales entren en su habitación aún cuando no tengas pensado permitirles su estancia en ella. Si sienten que, de repente, hay lugares de la casa prohibidos para ellos, sentirán aún más curiosidad y recelerán de su nuevo compañero de piso.
Permíteles familiarizarse con las cosas del bebé y los nuevos olores, pero no permitas conductas que después no pienses tolerar.
Corrige desde el principio los comportamientos que no pienses permitir después, como que los gatos se suban a la cuna para echarse una siestecita o el perro descanse en la alfombra de juegos o sobre la cama. Así no sentirán que con la llegada del niño se les prohíbe una actividad que antes podían desarrollar a su antojo.
Aún cuando les vetes la entrada en la “zona infantil”, no les dejes fuera todo el tiempo. Los olores nuevos les atraerán y lo mejor es que se acostumbren a ellos lo más rápido posible. Cuando compréis las lociones, los pañales, la ropita, el cochecito de paseo, etc. Dejad que se acerquen a olerlas, antes de traer el bebé a casa.
La llegada del bebé
1. Un día antes de la llegada del bebé
Un error muy común es sacar a las mascotas de su hogar cuando nos ausentamos unos días durante el ingreso hospitalario. Lo mejor es que consigas que un amigo o familiar acuda un par de veces al día a tu casa para alimentar a tus animales, hacerles compañía durante unos minutos y sacar a tu perro a hacer sus necesidades en la calle.
No pienses ni por asomo que tus mascotas te van a agradecer que las quites de en medio durante los primeros días. Más bien al contrario: sentirán que el bebé las ha desplazado por completo y su relación habrá comenzado con mal pie.
Lleva un pañal del bebé a tu mascota para que se familiarice con su olor antes de conocerle.
Si vivís cerca del hospital donde vais a tener al bebé, puede que incluso el papá pueda ausentarse durante media hora por la mañana y otra media hora por la tarde para asistirles. De cualquier forma, es muy importante que vuestras mascotas puedan entrar en contacto con el olor de vuestro bebé y familiarizarse con él antes de verlo. Para ello, lo mejor es llevarles un pañal del niño y algo de ropita usada un día antes de llegar con él a casa.
2. La presentación
Cuando el bebé llegue a casa el primer día, el perro querrá saludar a todo el mundo. ¡Sobre todo a la mamá que ha estado fuera de casa unos días! Lo mejor en este caso es que el papi o un familiar se quede con el niño unos minutos, mientras la madre atiende al perro hasta que éste se tranquilice. En nuestro caso, mi madre se quedó con Diego en el descansillo apenas un minuto y entró con él unos instantes después que nosotros, que ya habíamos saludado y acariciado a Chlôe. La nuestra es una perra muy buena y tranquila. Si vuestro perro salta o es muy nervioso, saludadle en una habitación distinta. Una vez esté calmado, podéis llevarle donde esté el pequeño y presentárselo.
Después de unos días de ausencia, saluda a tu mascota antes de acercarle el bebé.
Lo más adecuado es que un familiar se siente en el sofá con el bebé sobre las rodillas para que tú puedas controlar al perro. Déjale olisquear al bebé y acercarse e investigar. Ponedle siempre bozal y correa si no estáis seguro de cómo va a reaccionar, o correa si es muy inquieto. En nuestro caso no fue necesario. Si el animal se muestra tímido o miedoso ante el bebé, acarícialo y háblale suavemente para animarle a acercarse. Si no quiere, no le obligues ni le acerques el bebé. ¡Respeta su ritmo, ya se acostumbrará poco a poco! Chlôe se escondió bajo la mesa el primer día.
Si el perro gruñe al niño, ríñele y llévatelo a otra habitación. Prueba otra vez cuando se haya calmado. No seas cariñosa ni condescendiente con él. Tiene que entender claramente que no le estamos premiando por ese comportamiento, que es lo contrario de lo que queremos. Manténte firme y enojada con él. La mayoría de los animales domésticos que atacan alguna vez, lo hacen porque sienten miedo. Así que sobre todo si tu perro siente miedo del niño, ten mucho cuidado los primeros días.
No fuerces nunca la relación entre tus mascotas y el bebé. Algunos animales necesitan adaptarse a su propio ritmo. Obsérvale y ten especial cuidado durante los primeros días.
Tenéis que tener paciencia. Algunos animales se adaptan casi de inmediato, pero lo normal es que las mascotas tarden unas 3 semanas en adaptarse a cualquier cambio en sus hábitos o en su hogar. Si son obedientes, tranquilos y están bien educados, este rechazo inicial se manifestará con una especie de pasotismo, como nos pasó a nosotros con Chlôe. No estaba entusiasmada, pero no mostraba reacción peligrosa alguna ante la cercanía del bebé.
Si pasado este tiempo vuestro perro (¡o gato!) sigue mostrando miedo, o agresividad, deberíais consultar con un especialista la mejor manera de exponerlo al bebé muy poco a poco, premiando cada momento tranquilo y alegre del perro con el niño y regañando y separándole a la mínima señal de miedo o de agresión. Ante cualquier duda, ponedle el bozal. Pero tampoco os confíes, ya que los empujones y arañazos también pueden dañar al recién nacido.
3. Los primeros días
Nunca dejes al perro solo con el niño hasta que éste tenga edad suficiente como para reaccionar bien delante del perro. Los animales con curiosos por naturaleza y aprovecharán cualquier descuido para acercarse a investigar sin tu supervisión. Esto puede ocurrir varias veces al día sin que nos demos cuenta: suena el teléfono, llaman a la puerta, etc. Aunque tu mascota no manifieste agresividad, puede volcar la cuna del bebe sin querer o subirse a ella y hacerle daño con las patas. Era el caso de nuestros gatos, que nos traían de cabeza porque querían subirse constantemente a la mullidita y calentita cuna y acomodarse en ella con o sin el bebé presente.
Asegúrate de que tus mascotas no pueden acercarse a tu bebé sin tu supervisión en ningún momento del día.
Puedes proteger a tu bebé de este tipo de accidentes instalando puertas de seguridad para bebés en su habitación y dejándole en ella cada vez que tengas que alejarte de él durante unos minutos. En el caso de los gatos es más difícil porque son capaces de pasar entre los barrotes de seguridad y saltar las vallas bajas. Además, pueden esconderse en cualquier sitio y estar cerca sin que te percates de su presencia. Yo tenía que trasladar siempre a mi bebé conmigo cuando estábamos solos en casa. ¡Una mochila portabebés puede facilitarte mucho la vida ante esta situación!
4. házles partícipes de la vida familiar
Aprovecha el tiempo que pasáis todos juntos en casa para hacerles sentir a tus mascotas que son una parte importante de la familia. Si os ponéis a ver la tele, por ejemplo, animarle a sentarse cerca de vosotros y acariciadle con frecuencia aunque tengáis que lavaros las manos varias veces al día para poder atender después al bebé.
Procurad que vuestras actividades fuera de casa también le incluyan al menos una vez por semana. Nosotros intentamos evitar los parques infantiles en los que no dejan entrar a mascotas y también los parques para perros donde hay animales que no conocemos y no sabemos cómo van a reaccionar con nuestro bebé. Cuando salimos a pasear por la calle, usamos la correa de running para llevar a Chlôe atada a la cintura mientras paseamos a Diego en su sillita.
5. El respeto mutuo: la base de la armonía en las relaciones entre animales y niños
Toda la relación futura de nuestros animales de compañía y nuestros hijos, ha de basarse en el respeto mutuo. Es igual de importante enseñar al perro a tratar al niño que enseñar al niño a tratar al perro. Así evitaremos situaciones peligrosas para los dos. Una buena relación entre animales y niños se basa en la educación temprana de ambos. Nosotros os damos los siguientes consejos para conseguirlo:
- No dejes que el niño y su mascota jueguen o interactúen sin supervisión. Mantén esta regla hasta que el niño sea lo suficientemente mayor para comportarse adecuadamente con el perro.
- Educa a tu hijo para tratar bien al animal. Enséñale a respetar su comida, su espacio y sus juguetes. Y también los momentos de descanso del animal. Dale ejemplo de cómo mostrarse cariñoso y acariciar al animal. No dejes que le meta la mano en la boca y prepara también al animal para que no reaccione mal en caso de que suceda.
- No permitas que el animal le quite las cosas al bebé. Esto nos pasaba a menudo con nuestro gato. Tenía ciertos celos y trataba de llevarse a su escondite todas las cosas que encontraba del bebé. ¡A menudo se esforzaba mucho por conseguirlas y salía corriendo con ellas en la boca en cuanto conseguía robarlas! Si vuestra mascota intenta coger algo del bebé, corrígele con un “NO” o “MAL” y haz que lo traiga y te lo dé. Para esto es importante que el animal sea capaz de responder a órdenes sencillas como “sienta”, “quieto”, “tumba”, “toma”, “dame” y “suelta”. Si no sabe responder a estas órdenes básicas o nunca se las habéis enseñado antes de la llegada del bebé, vais a tener que enseñarle. Aprovechad el tiempo que os quede antes del nacimiento o acudid a un adiestrador si no tenéis mucho tiempo libre para enseñarle.
Es igual de importante enseñar al perro a tratar al niño que enseñar al niño a tratar al perro. Así evitaremos situaciones peligrosas para los dos.
- Ten cuidado con perros viejos, enfermos o desconocidos. Ya que pueden reaccionar con miedo o dolor al contacto y reaccionar de forma agresiva. Los niños que crecen en un hogar con animales, suelen confiarse de todos los de la misma especie. Enseñadle a ser prudente, a mantenerse alejado de animales callejeros y a pedir permiso antes de acariciar a otras mascotas cuyo dueño esté presente.
- Enseñadles a ser tranquilos. Si el niño es muy activo o muy brusco, debemos estar más pendientes de su interacción con las mascotas. Lo mismo sucede en caso de que la mascota sea la que es más inquieta de los dos.
La etapa más dura es desde que el niño comienza a andar hasta que tiene unos 5 años. En este periodo los niños andan con poca coordinación, se caen, se agarran a lo primero que pillan para no caerse, se muestran muy curiosos y activos y andan de aquí para allá enredándolo todo y poniendo todo patas arriba. Vigila cualquier juego entre ellos y regaña al que juegue bruscamente. Evita cualquier juego que haga que el pequeño tire con fuerza de un objeto que el animal sujeta entre los dientes.
Tenéis que tener en cuenta que un adulto es capaz de interpretar el lenguaje del perro: un gruñido o un cabello erizado. Pero un niño pequeño continuará molestándole hasta llevarse un arañazo o un mordisco.
Si a pesar de todas estas medidas, observáis en vuestros animales reacciones preocupantes, lo más responsable es acudir a un profesional en conducta animal y solicitarle asesoramiento.
7. Sigue dedicándole tiempo
No abandones a tu mascota cuando tengas un bebé. Dedícale 5 ó 10 minutos de atención sólo para él una o dos veces al día. Aprovecha estos ratitos para tirarle la pelota, acariciarlo, cepillarlo, jugar con sus juguetes, sacarle a pasear, etc. Mantén ese ratito reservado para el, más o menos a la misma hora todos los días. Es una forma de transmitir al animal que todavía cuenta, hacerle sentir importante y dedicarle atención y tiempo de calidad.
De vez en cuando, realizad juntos alguna de sus actividades favoritas. Como nadar, hacer running, jugar ala pelota, caminar por el campo, etc.
Un entrenador profesional
Si crees que tu mascota no reaccionará bien ante la presencia del bebé, contrata a un adiestrador profesional. También es recomendable contratar a un entrenador profesional si tu mascota empieza a comportarse de manera diferente cuando estás embarazada.
Algunos entrenadores ofrecen programas especiales para preparar a las mascotas para la llegada de un bebé y para la convivencia con niños pequeños. En algunos programas les hacen pruebas de temperamento para ver cómo se comportarán cerca de un niño.
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