Para la pedagogía Montessori la autonomía personal es un pilar básico en el desarrollo de los niños. Es lo que les permite convertirse en seres adultos funcionales e independientes y es la base sobre la que se asienta su autoestima.
La metodología Montessori da mucha importancia a la autonomía de los niños a la hora de llevar a cabo actividades que les permiten crecer, desarrollarse y acercarse al mundo de los adultos.
En este sentido, las tareas cotidianas realizadas con herramientas y objetos reales les enseñan a cuidar de ellos mismos y ayudar a los demás, desarrollando su autonomía y habilidades personales.
Manipular objetos reales favorece su desarrollo
Utilizar herramientas reales (martillos, destornilladores, cuchillos infantiles, etc.) para realizar sencillas tareas cotidianas es una actividad muy característica de las actividades de Vida Práctica Montessori. De hecho, todas las pedagogías respetuosas con la infancia defienden que los pequeños «trabajen» con objetos reales y cotidianos.
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De esta manera, niños y niñas se familiarizan con los objetos que hay a su disposición en la vida real y que necesitan saber utilizar para realizar sus actividades cotidianas.
No es lo mismo aprender a manejar un pequeño martillo de madera, por ejemplo, que usar uno de juguete, hueco y fabricado con plástico. Ni el peso, ni la dimensión, ni la experiencia de uso, ni su funcionalidad pueden ser nunca las mismas.
Esta vertiente de la pedagogía trata de dotar de autonomía a los niños pequeños para favorecer su desarrollo e involucrarles en las actividades cotidianas (cocina, higiene, limpieza, bricolaje, etc.). De esta forma, pueden participar de la vida familiar, aprenden cómo funciona el mundo a su alrededor y se desarrollan y crecen como personas capaces.
«¡Enséñame a hacerlo solo!»
En los hogares y aulas Montessori a los niños y niñas se les enseña desde muy pequeños a hacer tareas cotidianas tales como barrer el suelo, limpiar la mesa, cortar el pan, limpiar zapatos, servir agua con recipientes de cristal, etc.
Estas actividades, además de permitirles integrarse en el entorno sociofamiliar, fomentan muchísimo el desarrollo psicomotriz de los más peques.
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Así aprenden desde muy pequeños y jugando cómo se cocina o se lava, cómo se limpia o se ordena, etc. Además, este tipo de juegos (siempre supervisados) ofrece un pequeño riesgo (mínimo) que les resulta atractivo y desafiante.
Por otra parte, a los peques les motiva e incentiva sentir que forman parte y son incluidos en las actividades familiares. ¿No os habéis fijado el placer y la satisfacción que obtienen imitando a sus padres? Cuando los peques pueden realizar las mismas actividades que los adultos, se sienten «capaces» y ganan confianza, independencia y autoestima.
De ahí el famoso: «¡yo puedo solo!» infantil. Y es que, sentirse capaz es un sentimiento valioso que fortalece muchísimo la construcción de una visión positiva de nosotros mismos.
¿Es peligroso dejarles manipular herramientas reales?
No más que dejarles abrir o cerrar un cajón o una puerta solos o enseñarles a usar un cuchillo. Como padres, debemos aprender a sustituir el miedo por la confianza. Enseña, supervisa y confía. ¡Esa es la clave!
A veces es necesario dominar nuestros temores infundados y pensamientos catastrofistas para no contagiárselos a ellos; los peques son como esponjas. Así que no te asustes, si estás junto a ellos y les proporcionas los materiales adecuados, ¡no tienen por qué hacerse ningún daño!
Mi hijo de 4 años ayuda en la cocina desde antes de cumplir 3 (con cortadores y cuchillos infantiles). También juega con un martillo, clavitos y tiene una escoba de su tamaño (con la que colabora en casa los días de limpieza) y su destornillador. Usa todos estos materiales a menudo y no se ha hecho nunca daño.
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Por supuesto que en un par de ocasiones se ha pinchado un poco en la yema de un dedo con un clavo, o se ha golpeado flojito con el martillo; pero ha aprendido a concentrarse y a medir su fuerza, empleando solo la justa, de forma que no se lastima cuando esto sucede.
Para aprender a andar, es necesario afrontar sin miedo el riesgo de tener alguna que otra caída sin importancia. Con todo lo demás sucede exactamente igual.
Para poder acompañarles durante su desarrollo, lo primero que debemos hacer es perder miedo y confiar en ellos. Saber darles la libertad que necesitan para crecer y aprender, es tan importante como ayudarles, protegerles u ofrecerles consuelo cuando lo necesitan. ¡Ellos son más capaces de lo que creemos!
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Por general, cuando un niño o una niña pequeños ya son capaces de usar cortadores y moldes para plastilina, también lo son de usarlos en la cocina. No hay apenas diferencia entre hacer figuras y galletas, o cortar arcilla o pan.
Los cortadores de verduras son unos fantásticos primeros instrumentos para niños, y en la actualidad existen cuchillos seguros (anticorte o «de autonomía)» para pequeños chefs que ponen a salvo de cortes sus deditos.
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Por supuesto, el sentido común debe imperar. No debemos dejar que, por ejemplo, los más pequeños entren solos en la cocina o practiquen al lado de los fuegos encendidos. Un entorno supervisado y seguro, libre de objetos o zonas peligrosas y una correcta supervisión (sin intervenir si no es preciso), son necesarios en las primeras etapas.
Pero también lo es la confianza en los niños y en su capacidad de aprendizaje. Ellos, de forma innata, nacen con todos sus sentidos preparados para explorar y adaptarse a su entorno. Su mente nunca vuelve a ser tan absorbente como en sus primeros años de vida y nuestro papel es saber acompañarles sin resultar invasivos, con respeto y confianza.
Hogar Montessori: el ambiente sí que importa
Además de proporcionarles los materiales adecuados, un entorno despejado y seguro es fundamental para que los peques puedan realizar sin riesgo todas estas actividades y concentrarse al máximo en ellas sin distracciones.
Por ello, el ambiente preparado es uno de los pilares básicos de la metodología Montessori que además nos permite crear un entorno seguro para los niños y controlar el desarrollo de sus actividades desde la calma y la observación.
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Ya sea en el baño o en la cocina, hay soluciones a medida de todos los hogares para facilitar a los peques realizar las actividades correspondientes a cada espacio sin ayuda del adulto (pero, eso sí, bajo su supervisión). De esta forma, podemos acompañar de forma respetuosa el libre desarrollo de nuestros hijos. ¡Y qué solo ellos marquen el ritmo!
La entrada Vida Práctica Montessori: «¡enséñame a hacerlo solo!» se publicó primero en Una Mamá Novata.